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"EL QUIJOTE ES UNA NOVELA ORAL" ENTREVISTA AL PROFESOR ANTONIO VIÑAO FRAGO

CentrosCulturales

Antonio Viñao Frago: “El Quijote es una novela oral, Cervantes la escribió para ser leída en voz alta”

Conversamos con el académico e investigador sobre oralidad, alfabetización e identidad con motivo de su conferencia el pasado 14 de marzo en las V Jornadas de Patrimonio de Centros Culturales.

Enclave Cultura: Háblanos de tu perfil como académico: ¿cuál es tu ámbito de conocimiento?

Antonio Viñao: Lo primero que tengo que decir es que soy un profesor jubilado. He estado de profesor emérito en la Universidad de Murcia y he pasado a la condición de jubilado. Detrás de eso hay más de 30 años de docencia en diversos campos. En el campo del derecho primero y en el campo de la pedagogía y la educación ya definitivamente.

EC: Concretamente has venido a las V Jornadas de Patrimonio de Centros Culturales para hablar de la oralidad. ¿Cómo llegas a convertirte en experto en el tema?

AV: Esto me llega aproximadamente en los años 80, estando dentro del ámbito de la historia de la educación, cuando empiezo a estudiar la historia de los procesos de alfabetización: cómo se pasa desde una cultura oral en la que las personas no conocen la escritura o que si existe, el hecho de saber leer y escribir está reducido a unos pocos, a unas sociedades como la de hoy, en la cual todo el mundo dice o cree que sabe leer y escribir.

Yo quería saber cómo funcionan la sociedades y las mentes de las personas que no están alfabetizadas para entender qué cambios se producen cuando llega la alfabetización, porque si no conozco lo que había antes no puedo conocer qué es lo que hay ahora.  Así es como llego a la oralidad no puedo definir analfabeto como tal en negativo, por lo que no tiene. Por eso me interesa saber cómo es la sociedad, como es que las personas de las culturas analfabetas tienen relatos, construyen mitos, etc y cómo se transmiten de una generación a otra.

EC: ¿A qué te refieres cuando dices que la mayoría de personas creen que saben leer?

AV: Efectivamente, hay muchas personas a las que si les das un texto lo leen. Le saben dar voz, pero es probable que no entiendan el 90% de los textos escritos. Aún en el supuesto de que si lo hagan, resulta que una vez que dejan el mundo de la escuela, el uso que hacen la lectura y la escritura en sus vidas es muy reducido. Prácticamente no leen o lo que leen es de tal pobreza que podemos decir que saben leer, pero no muchos de los modos y maneras en los que es posible.

Yo le puedo pedir a alguien que me escriba un cuento y todo el mundo más o menos sabe. Pero si le pido que escriba en verso o un ensayo, pues no es igual porque cada género tiene un estilo propio y puede ser que una persona sea válida para un género y no para otros…

EC: Más allá de investigar el tema de la oralidad con tus propias hipótesis, ¿qué es lo que más te ha sorprendido en su estudio?

AV: La gran sorpresa con que me encuentro es que la mayor parte de las producciones que tenemos por literatura hasta el siglo XVI son producciones que se han creado oralmente, de autores anónimos, romances como el Cantar del Mio Cid, etc que se han transmitido de unas generaciones a otras.

La sorpresa es mayúscula cuando conozco que la Iliada y la Odisea son textos de producción oral: el signo más emblemático de la literatura clásica, son estos dos textos de creación y producción oral y por tanto anónimos. Ante eso me quedo sorprendido y descubro un mundo inmenso.

EC: Esto conecta con El Quijote, que no es anónimo, pero como bien cuentas en uno de tus artículos está escrito para ser leído en voz alta y ser compartido así con otras personas.

AV: El Quijote no es anónimo, pero Cervantes se escuda en que él está transcribiendo un texto que un árabe había escrito previamente. Recurre a esta ficción para atribuir el texto a otra persona, lo cual conecta con un práctica habitual en Bocaccio o Chaucer, que para contar por escrito los cuentos de la época recurren a la ficción de que se reúnen en una casa diversas personas y que se cuentan cuentos.

Hay especialistas en El Quijote que saben muchísimo más que yo, pero yo he observado que, salvo algunos capítulos de mayor extensión, la media de cada capítulo es de siete páginas (con una dedicación de uno 15 minutos de lectura). Y cada capítulo termina de modo que da la entrada al siguiente. ¿Cómo es posible que personajes como Don Quijote y Rocinante y Sancho y su burro fueran tan populares en un lapso de 10 -15 años después de publicada la novela en un país donde sólamente el 10% de la población sabía leer? Porque se leía en voz alta.

Creo que esto es intencionado en Cervantes: si uno quiere que su texto sea leído en voz alta, tiene que utilizar técnicas narrativas orales, con palabras con una sonoridad determinada, con diálogos, entradas de los personajes, etc. Realmente El Quijote es una novela oral. Transpira oralidad por todas partes.

EC: En tus textos y presentaciones podemos leer la siguiente frase: “la escritura mata y el espíritu vivifica”. ¿Qué quieres decir?

AV: Esa es una frase bíblica, que yo la he sacado de contexto. Lo que quiero decir con “la escritura mata” es que si tú coges un relato oral del cual hay diversas versiones y que tú puedes contar y cambiar en función del público o del efecto que quieras producir, y pasas una de esas versiones a texto escrito estás descartando el resto. De manera que cuando tú cuentes el cuento te dirán que no es así…

Y luego viene “la letra mata”, en el sentido en que te obliga a interpretar el texto. Si tú quieres adaptar el texto a contextos y circunstancias distintas, cuando el texto es de transmisión no tienes pegas, porque puedes cambiar o quitar lo que quieras. Si el texto está escrito entonces nace la adecuación e interpretación a contextos nuevos.

La cultura escrita califica la cultura oral de analfabeta y la considera propia de personas de condición mental o social baja.

EC: ¿Hay una universalidad de ideas y valores en la transmisión oral?

AV: Los modos de transmisión oral están presentes en cualquier parte del mundo. Es la palabra y el lenguaje oral la que nos da identidad como seres humanos, porque nacimos genéticamente preparados para aprender a hablar y entender lo que se nos dice por el simple contacto con otros. Sin embargo el aprendizaje de la lectura y la escritura es específico y requiere ir a un lugar destinado a su estudio.

El hecho de que podamos ir a Argentina, Chile, Venezuela o México y encontrar que hay un entendimiento mutuo nos proporciona una identidad que no podemos tener si vamos, por ejemplo, a Polonia, como es obvio.

EC: Hace unas semanas, el autor Xoan-Xil López nos dejaba la siguiente frase: “la escucha es un acto revolucionario porque nos exige tiempo, que es algo que no tenemos”. ¿Qué opinión te merece?

AV: Para mi tiene que ver con la desvalorización del mundo oral. Porque la palabra llega a través de la escucha y por tanto a través de la capacidad auditiva. El ser humano de las últimas décadas ha perdido capacidad de discriminación auditiva en relación con el que vivía en un entorno donde el silencio era más relevante de lo que es ahora. Ahora no hay espacios de silencio, te tienes que ir en medio del desierto para encontrarlo. La contaminación acústica es tal que no hay ningún acto festivo que no vaya acompañado de unos altavoces de gran potencia.

EC: ¿Cómo ves el papel de la mujer en la transmisión oral? ¿Te parece que es predominante?

AV: Más que verlo, lo intuyo. Estamos hablando de un tipo de transmisión de textos anónimos, sin copyright y además donde no queda una huella trazable. Pero intuyo, aunque no tengo pruebas, que las mujeres por su contacto con los niños y niñas como madres y como personas con una estrecha relación con la infancia, que es la época en la que estos relatos e historias atraen más, que el papel de la mujer dentro de la transmisión de este tipo de relatos y cuentos tuvo que ser importante.

Igual que intuyo que en otro tipo de relatos, aquellos de carácter más religioso (o chamánicos, de ritos, etcétera) habría una apropiación por parte de los hombres porque conferían poder político y religioso.

EC: Ahora que mencionas el copyright, ¿crees que es una cortapisa para la transmisión oral?

AV: La transmisión oral es colectiva, porque no hay una versión única, y necesariamente anónima. La propietaria de la historia es una comunidad, por lo que si alguien llega a ella y escucha una historia y luego quiere contarla en otro sitio no le van a decir “oiga usted que ese cuento es nuestro”. Una persona puede apropiarse de una historia, mezclarla con otra, etcétera, que nadie le va a decir nada, salvo que sea un relato de carácter mítico, épico, religioso o político. En ese caso cualquier cambio afecta a las personas o grupos que tienen el poder.

Salvo eso, todo lo que se son cuentos, historias, relatos, chistes, adivinanzas, etc. cualquier lo puede cambiar y modifica.

EC: Porque están dentro del procomún, que no incluye sólo las ideas sino también los usos de las mismas y los espacios compartidos...

AV: Claro, el procomún incluye espacios, tiempos, recursos, bienes e incluso memoria y el saber de una sociedad dada.

EC: Además, encuentros como estas V Jornadas de Patrimonio lo que buscan es precisamente poner en valor una parte de ese procomún, ¿no?

AV: El problema del procomún es cuando lo sacas fuera del mundo del que ahora estamos hablando y lo trasladas a ámbitos más amplios, porque detrás hay dinero y poder social. El problema viene cuando un grupo, sobre todo si tiene carácter confesional, se apropia de los espacios y de los tiempos y los hace suyos hasta tal punto que los considera como si fueran de su propiedad.

EC: ¿Exactamente a qué te refieres? ¿Podrías ilustrarlo con un ejemplo?

AV: La Semana Santa es un ejemplo claro. Unos determinados miembros de una confesión religiosa, sin importar que en este caso sea católica porque en otros sitios puede ser otra, considera que forma parte de la cultura murciana una tradición religiosa que es propia de ellos solo. Con lo cual convierten a una parte en el todo: entienden que aquellos que no son católicos no forman parte de la cultura murciana auténtica. Y no sólo eso, sino que ocupan durante unas determinadas fechas y en el imaginario social el ideal de que lo murciano es eso, cuando en Murcia hay muchas personas que de confesiones religiosas distintas.

A pesar de que hay quien participa de la Semana Santa desde un punto de vista más laico, al final se trata de una serie de actos que están controlados por cofradías religiosas. Da igual que hablemos de la Semana Santa o de la patrona o el patrón de una ciudad como cuando escuchamos eso de que “la patrona de los murcianos  baja del monte”. Cuidado, que es la patrona de los católicos murcianos.

En Murcia existen estos ejemplos, pero hay muchos más allá donde vayas. Se trata simplemente de la tendencia que tenemos los seres humanos a confundir la parte con el todo de tal forma que no es una dictadura, pero de algún modo estás copando una serie de espacios y tiempos que son comunes.

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EC: Tendríamos que celebrar el Ramadán, entonces….

AV: Si claro, es justo eso. Y dejar a los de una y otra confesión religiosa que organicen sus actos, y dejarles espacios y fechas y proporcionarles una subvención.

 

Carlos Albaladejo Velasco