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ENTRE BASTIDORES, UN ÉXITO DEL TEATRO AMATEUR

CentrosCulturales

Atraviesa la cuarta pared un hálito que incluye sonidos, olores, sabores y miedos. A veces, linimento para alcanzar la perfección del giro en las articulaciones; colonia y perfume habida del tránsito del texto a la voz, de la voz al aire y luego lloviendo en la oscuridad de la sala. A veces son gritos y espasmos que surgen del sentimiento primordial de estar cambiando: no a lo kafkiano, sino a lo aristotélico, basado en la observación de lo que muta en la esencia; forma de ser que me abandona o me alcanza para ser actor una noche cualquiera, de una manera efímera pero densa, sentida y alcanzada bajo el disfraz de la ropa o del personaje que ha convivido conmigo -soy actor o actriz, nadie me lo puede negar- esta velada y otras veladas y otras reuniones en que siento convivir a alguien que soy yo pero no soy yo.

Si esto lo compartimos, es por trascender y esperanzar, por saber que el tiempo invertido es un material precioso que nos transforma, que nos induce a comunicarnos con otros, que nos envanece y enternece, como criaturas recién nacidas del escenario. Es pura magia, como dice la canción, puro teatro. Esencialmente, tiempo de crédito para creer que las cosas cambian cuando se las muda de sitio, que las personas pueden alentar cambios que ni ellos mismos sospechan.

Doce grupos de hombres y mujeres -más de éstas, pero esto debe estar siempre previsto-, 11 centros recipendiarios, 5 monitores con nombre y marca -la que dejan indeleble en los nervios de la creación y la interpretación- y 158 personas transformadas, con mérito y capacidad, en actrices y actores con don de lenguas. Pura interactividad creativa. Éxito más allá de lo formal. Y, para redondear el evento, 1.169 personas que disfrutamos en la penumbra de todos los milagros descritos. Una verdadera maravilla.

Paco Franco