NOTICIA

Pulse para Ampliar

MIREN LARREA: “FRUTO DE SU DIÁLOGO CON LA SOCIEDAD, LAS ARTES ESCÉNICAS ESTÁN INFLUIDAS POR EL FEMINISMO”

A.Guadalupe

Miren Larrea es la autora de “Las Cotton”, una obra de títeres para público familiar nada convencional en la que una madre y sus dos hijas emigran del campo a la ciudad para acabar protagonizando una reivindicación sindical en una fábrica textil. Hablamos con ella de artes escénicas, feminismo y de su participación en Enclave Mujer.

Enclave Cultura: Hace poco más de una semana que has presentado con tu compañía Anita Maravillas la obra “Las Cotton” en el IV festival Enclave Mujer. Háblanos de la experiencia, ¿cómo ha sido actuar en el Auditorio de Guadalupe?

Miren Larrea: La propia función fue muy emocionante para nosotras, una vez que hemos aterrizado lo hemos comentado con el equipo nos sentimos muy muy contentas. Para empezar, el Auditorio estaba lleno, algo que últimamente estaba costando bastante al menos en lo que a programación familiar se refiere aunque esperamos que sea temporal.

Además como estábamos programadas dentro de un ciclo como Enclave Mujer y nuestra actuación estaba emparejada con el documental de “NosotrAs 2” también había gente adulta y eso nos encanta. Es la primera vez que nos coincide dentro un ciclo como este y nos hemos dado cuenta que de este modo nuestro trabajo cobra otra dimensión, favorece la comunicación con la comunidad y nos permite tener un espacio de diálogo. Nos ha parecido súper bonito que se contara con nosotras para una clausura de un festival donde se ha rendido homenaje a esas mujeres trabajadoras de Guadalupe. Por todo ello estamos muy agradecidas.

Con este espectáculo hemos construido un relato queriendo empatizar con situaciones que quizás a nosotras no nos ha tocado vivir por una cuestión generacional o de oportunidades vitales. Es maravilloso ver cómo esas personas mayores se conectan con la historia que hemos contado. Lo mismo ocurre con las niñas, los niños y las madres: suele suceder que salen muy emocionadas con el espectáculo por la relación familiar que se establece en él.

EC: La temática de Enclave Mujer en su cuarta edición tiene que ver con la perspectiva de género desde el compromiso social. “Las Cotton” aborda precisamente la relación entre estas dos cuestiones. Como autora de la idea de la obra, ¿cómo habéis llegado hasta este enfoque?

ML: La idea surge a partir de una serie de lecturas sobre cómo históricamente las mujeres de EEUU de en torno a 1900 eran muy conocidas por su bravura en las protestas en las calles, especialmente las mujeres que trabajaban en las industrias textiles. Estas protestas solían aparecer en los periódicos de la época, cosa que nos impactó bastante. De modo que nos preguntamos: ¿cómo podemos visibilizar esta historia que se ha ido diluyendo con el tiempo?, ¿cómo podemos volver a hablar de este tema?

Quisimos imaginarnos a estas mujeres con sus contextos, su familias, los cuidados, la maternidad y un montón de factores que estaban presentes en esas protestas en las que reclamaban menos horas de trabajo y condiciones más dignas para poder tener unas vidas que merecieran la pena ser vividas y para poder dedicarse al cuidado de sus familias o a lo que cada una quisiera que hacer en su tiempo.

Tirando de ese hilo empezamos a investigar sobre un montón de protestas protagonizadas por mujeres y descubrimos que en Bilbao las cigarreras llegaron a encerrar al patrón en la fábrica y no le dejaron marchar porque no estaba cumpliendo lo que había prometido. Después aparecen también las mujeres de la costa vizcaína que trabajaron en la descarga del pescado y las conservas, protestas que a día de hoy siguen vigentes. También estuvimos leyendo sobre las protestas de mujeres en las fábricas textiles en Cataluña.

Así, empezamos a encontrar sectores feminizados dentro de fábricas donde existe una historia en la que las mujeres han protagonizado unas protestas que tienen un peso y un lugar en esta historia: nuestro trabajo aquí ha sido darles visibilidad y procurar hablar de esto. La historia ya tiene una perspectiva de género porque está llena de mujeres: estamos ahí y han sucedido cosas.

Finalmente decidimos situar la obra en la industria textil porque es la más universal y además es un sector en el que se siguen produciendo protestas en otras partes del mundo.

EC: ¿Cómo habéis abordado el trabajo de llevar esta perspectiva de reivindicación histórica a un público familiar?

ML: Nuestro público incluye niños y niñas, aunque no hemos hecho un espectáculo sólamente para ellos y ellas. Hemos trabajado pensando también en el público adulto que acompaña al infantil y en quienes consideran que existe una gran calidad en las propuestas familiares o para todos los públicos, así como en nosotras mismas. Somos las que una y otra vez tenemos que reproducir la misma historia cada vez que representamos la obra, así que lógicamente tenemos que estar muy de acuerdo y sentirnos en consonancia con lo que contamos en “Las Cotton”.

Como autoras e intérpretes, tenemos un compromiso con la historia y sus protagonistas. En este sentido teníamos muy claro que los cuidados tenían que aparecer. En la obra se habla sobre el trabajo en todo momento, pero no sólamente estamos hablando de un trabajo pagado, sino también de lo que implica el levantarte a la mañana, duchar a tus hijos, cuidar a los padres porque están mayores, etc. Existen ciertos trabajos que nunca han sido ya pagados, si no ni siquiera reconocidos y que históricamente lo han realizado las mujeres. Queríamos darle visibilidad a la carga de estos cuidados familiares.

E.C: En la obra los cuidados no son sólo responsabilidad de la madre para con las dos niñas, sino que la hermana mayor también se encarga de la pequeña en ausencia de la madre…

ML: Esa es una capa del relato que también queríamos visibilizar. Cuando un adulto o una cuidadora desaparece automáticamente se crea una nueva cuidadora. June, la protagonista, quiere leer y estudiar, pero el viento, que actúa de forma simbólica, le arrebata el libro de las manos continuamente durante la obra y le lleva a sus quehaceres, que son colgar la ropa o dar la comida a su hermana pequeña. Creo que es algo que en las familias, por lo menos en las de clase obrera, se ha vivido de una forma muy natural: mi hermano cuidó de mí a su manera, llevándome de un lado a otro mientras mi madre y mi padre estaban trabajando.

EC: El relato en “Las Cotton” es complejo y va más allá de contar la relación de las dos niñas con su madre, abordando cuestiones como los trabajos productivos y reproductivos y las reivindicaciones asociadas a ambos: ¿crees que el público infantil percibe estos mensajes?

ML: Al pensar en la obra teníamos muy claro que por un lado estaba el viaje del público más pequeño, que lo hace a través de las dos hermanas y la relación con su madre. Por el otro lado teníamos claro que la parte del relato que sucede en la fábrica textil tenía que ser muy sincera y directa: decidimos que habría un accidente laboral y que íbamos a cuidar el tamaño de los muñecos y jugar con él para crear una distancia frente a la crudeza del mismo hecho.

La verdad es que nos arriesgamos y decidimos que había que contarlo. Es una maravilla escuchar cómo muchas madres que acompañan a los pequeños y las pequeñas al teatro nos dicen que la historia es muy bonita pero sobre todo que se les plantean muchas preguntas.

La entrada en la fábrica, después del accidente laboral de una de las trabajadoras, es el momento de la obra en el que notamos más movimiento en la sala: sabemos lo que está sucediendo, sabemos que hay preguntas y eso es lo que queremos también. No queremos dar todo masticado, sino crear una conversación que puede darse en el coche a la vuelta del teatro, en la cena o en cualquier momento. Para eso hacemos teatro, para provocar una serie de preguntas entre el público.

El público infantil está respondiendo mucho mejor de lo que yo pensaba, están entendiendo la historia. Pienso en esa niña a la que desde pequeña le han explicado que mamá no está porque ha ido al trabajo… Es algo que en muchas familias se acepta sin discusión. Cuando somos muy pequeñas tenemos una gran capacidad de hacernos preguntas y entender lo que tenemos delante y aunque quizás nos quede un poco grande, siempre tenemos ganas de abarcarlo. Esa curiosidad y esas ganas de saber, de preguntar a la persona que tienes al lado si no has entendido algo, es lo interesante del teatro que hacemos.

Cuando les hablas directamente y de una forma muy sincera, entienden que no les estás ocultando nada y que les estás contando lo que realmente te está cruzando a ti como persona, Aunque suena a tópico, desde el escenario te ganas el respeto del público infantil cuando le tratas como un público inteligente con un relato sincero.

EC: Eres mujer, creadora, intérprete y profesional de la cultura. Hablemos del feminismo en el sector cultural: ¿crees que el trabajo de la mujer está suficientemente visibilizado en este ámbito?

ML: Uff, en este tema habría mucho que trabajar... ¿Cuántas mujeres tienen la posibilidad de crear un proyecto y poder contar la historia que quieren contar?

En los últimos años hemos sido muchas las que hemos decidido elegir historias para contar en los escenarios, pero la mujer en las artes escénicas ha tenido condicionamientos históricos como la edad y otros factores que le limitan. Valentina Raposo y yo llevamos juntas desde 2005: éramos muy jóvenes cuando montamos nuestra compañía, y aunque hemos trabajado para otra gente hubo un momento en el que decidimos que no íbamos a estar esperando una llamada porque teníamos un montón de cosas que contar.

Están empezando a salir relatos de mujeres de los cajones. Si hasta ahora nos hemos comido un montón de clásicos en los que, aunque son obras maravillosas, los hombres han tenido una presencia y un protagonismo continuo, de un tiempo a esta parte estamos viendo cómo surgen lecturas desde perspectivas de género de ciertas obras. Son historias ocultas que quieren ser contadas, una oportunidad para hacer las cosas un poco distintas.

Algo que no entiendo es que a veces se habla de las obras hechas por mujeres como si fuéramos una minoría. Las mujeres estamos en primera línea de la cultura y creo que se está superando lo de tratarnos como si fuéramos un sector menor.

Por otra parte, muchos compañeros están deconstruyendo su forma de trabajar para poder trabajar conjuntamente y llevar adelante proyectos igualitarios. Nosotras trabajamos con compañeros que siempre han tenido su lugar en las artes escénicas que ahora se están planteando: ¿cómo funciona una compañía con mujeres, con unas bases feministas?

Aunque todavía tenemos por delante mucho trabajo por hacer, me parece muy interesante que estemos llegando a este punto, aunque hay que andar con ojo porque en todas las crisis socioeconómicas es muy fácil que acabemos desandando el camino que hemos trabajado hasta ahora. No hablo sólo como mujeres creadoras, sino también como mujeres en general, como aliadas de colectivos LGTBI, etc…

Las Cotton en el Auditorio de Guadalupe, foto de Diego Montana

("Las Cotton" en el Auditorio de Guadalupe" - 27/02/2022. Foto de Diego Montana)

EC: Hablando de la coyuntura actual, ¿qué os ha llevado a hacer una obra como “Las Cotton” en 2021? ¿Por qué precisamente ahora y no hace, por ejemplo, una década?

ML: Desde 2005, cuando empezamos, tenemos una trayectoria de historias visuales, que es con lo que trabajamos principalmente -apenas tenemos texto-. Hasta ahora nos basábamos en relatos más sencillos y cuando la dramaturgia se nos iba un poco lejos quizás no nos veíamos capaces de contarlo. Pero en 2013 nos planteamos dar un paso más en la construcción de las dramaturgias. Con “Jon Braun” optamos por una historia un poco más compleja, construyendo una dramaturgia visual.

Luego, cuando llegó “Las Cotton”, nos planteamos una idea que no sabíamos si éramos capaces de contar. Una revolución industrial, explicar a los niños y a las niñas lo que es el trabajo… ha sido un reto para nosotras. Pero también es verdad que el trabajo de los colectivos feministas en los últimos seis años ha sido importante y nosotras no estamos al margen de todo ello. Toda la pedagogía feminista que se viene haciendo con la población no ha caído en saco roto, al contrario, las artes escénicas están en continúo diálogo con la sociedad y fruto de ello se están empapado de este feminismo, al menos en nuestro caso.

Teníamos mucho interés en hablar del trabajo productivo y el reproductivo, del colectivo de mujeres, de la sororidad, que son conceptos que ya venían “de las antiguas”, digamos. Pero todo lo que ha producido el feminismo en estos años nos ha permitido trabajar con mucha mayor facilidad y más material para contar la historia que queríamos.

Entrevista realizada por Carlos Albaladejo Velasco